3 - Sep - 2014
Tus convicciones te
identifican como una persona que ama al Señor en los buenos y en los malos
momentos.
Sabemos que al
morir, es nuestro cuerpo el que enterramos, porque nuestra alma continúa
existiendo, y si hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor y Salvador,
disfrutamos de una nueva vida plena y feliz en el cielo. También sabemos que
quienes hemos creído en el Señor resucitaremos con un cuerpo glorificado. Esa
es nuestra esperanza. La lógica nos dice otra cosa, pero simplemente debemos
confiar en la soberanía de Dios, estar dispuestos a creer y someternos a Su
voluntad, la cual está por sobre todas las cosas.
Someternos a la
voluntad de Dios es incuestionable, pero a veces, cuando enfrentamos tiempos de
dificultad, realmente no es tan fácil lograrlo. A cualquier puede sacudirlo la
tormenta, porque la Palabra dice que tiempo y ocasión acontecen a todos [1]. Por lo tanto, incluso si
vas a la iglesia y eres fiel a Dios, es probable que debas enfrentar y superar
dificultades; la diferencia con otras personas es que tú confías en la
soberanía de Dios, sabes que nada pasa fuera de Sus manos, por lo tanto, estás
bajo Su cuidado y protección.
Mi confianza no es
solo que Dios me va a sacar a adelante, sino que Él me llevará a una vida mejor, luego de las adversidades
que debemos enfrentar en el mundo. Por
ejemplo, creyentes y no creyentes sufrimos enfermedad; pero quien no vive con
Dios enfrentará debilidad, angustia, aflicción, temor e inconformidad, mientras
quien vive con Dios encontrará esperanza, fortaleza, confianza, paz, paciencia,
seguridad y fe para luchar en contra de la enfermedad. Claro que también hay miedo,
pero puede ser superado por las convicciones que Él ha sembrado en nosotros y
que son como músculos que rodean a los huesos de la fe que nos sostiene en
medio de cualquier situación. Entonces, aunque padezcas alguna enfermedad,
estás convencido de que es posible vencerla, que tienes autoridad pues
perteneces a un Reino donde es posible ser sano con decirlo en el nombre de
Jesús, y donde la pobreza es una maldición porque Jesús ya pagó por nuestra
abundancia. Una persona con fe está convencida de que sus días no pueden
concluir con enfermedad porque su vida no está en función de lo natural sino de
lo sobrenatural que Dios puede obrar.
Una convicción, de
acuerdo al diccionario, es seguridad, idea fuertemente arraigada; por lo que
podemos decir que nuestras convicciones son nuestras creencias más profundas,
aquellas que nos mantienen de pie en todo momento. El Diablo está trabajando
para que tus convicciones se debiliten y te apartes de Dios, tal como lo
intentó con Job, porque desea perdernos [2]. Y lo logra cuando
nuestra fe y relación con el Señor depende de lo que Él nos da, no de cuánto lo
amamos y deseamos Su presencia. Un Padre desea que sus hijos lo amen por lo que
él es, por lo que ha hecho por ellos, no porque puede proveerles, ya que podría
llegar un momento cuando no pueda darle a sus hijos lo que quisiera, sin
embargo, ellos lo amarían igual o mucho más y lo apoyarían, ese es amor de
verdad. De la misma forma, Dios espera que nuestra relación con Él no esté
fundamentada en lo que puede darnos; quiere descubrir en nuestro corazón si de
verdad lo amamos incondicionalmente. ¿En quién te conviertes cuando las cosas
no van bien? ¿Cómo reaccionas cuando lo que pides no es respondido o no te es
dado? ¿Eres como Job, quien no se reveló en contra de Dios? [3]
Dios es soberano, y
en la adversidad sigue siendo Todopoderoso, por eso, estamos convencidos de que
al vivir junto a Él cualquier situación nos ayudará a bien, conforme a Sus
propósitos [4]. Nuestro Señor no castiga provocando lo malo, pero sí quiere
ver si lo buscamos por amor o por interés. Es por esa razón que la Palabra nos
enseña que busquemos primero el reino de Dios y lo demás será añadido. Por
supuesto que no es fácil. Muchas personas y situaciones intentarán debilitar
nuestra convicción, tal como le sucedió a Job, a quien hasta su esposa motivó
para que renegara de su fe [5]. Estas personas solo nos hacen más fuertes en nuestro
convencimiento de que somos hijos de Dios y que siempre encontraremos la forma
de que el diablo quede avergonzado.
Frente a las
dificultades es que realmente se conoce a un hombre por sus convicciones, por
lo que sostiene su vida y le da seguridad, esa certeza que forma su carácter y
le permite ver las promesas de Dios hechas realidad en su vida. Si reconoces
que Él continúa siendo Dios en las buenas y en las malas, como José lo hizo en
la cárcel, como Job lo hizo en medio de tanta tragedia, te aseguro que serás
engrandecido por guardar tus convicciones y mantenerte firme. Dios te bendecirá
y te prosperará. No te apartes de tu fe, lucha, siga creyendo, no permitas que
nada te separe del Señor. Alimenta tus convicciones buscando al Señor sin
descanso porque así fortalecerás tu fe. Seguramente el mundo te retará, pero
esos retos son de ayuda porque nos permiten fortalecernos y ser firmes en el
amor al Señor. Acepta a Jesús en tu corazón y Él te llenará de esperanza,
porque ya no estarás solo en tus fuerzas, sino que tendrás las de Dios para
superar toda dificultad y ¡vencerás!
Versículos de Referencia:
[1] Eclesiastés 9:11
dice: Me volví y vi debajo del
sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun
de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el
favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.
[2] Job 1:8-11 comparte: Y
Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro
como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del
mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No
le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de
sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la
tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no
blasfema contra ti en tu misma presencia.
[3] Job 1:20-22
recuerda: Entonces Job se levantó, y
rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo:
Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y
Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni
atribuyó a Dios despropósito alguno.
[4] Romanos 8:28
asegura: Y sabemos que a los que
aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a
su propósito son llamados.
[5] Job 2:9-10 relata: Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice
a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres
fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo
recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
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